¿Por qué nos
enfermamos?
El enfermo no
es una víctima inocente
de errores de
la naturaleza,
sino su propio
verdugo.
Thorwald Deihlefsen y Rudiger Dahlke
Louise Hay dice que está convencida de que nosotros mismos creamos todo lo
que llamamos «enfermedad». El cuerpo, como todo en la vida, es un espejo de
nuestras ideas y creencias. El cuerpo está siempre hablándonos; sólo falta que
nos molestemos en escucharlo. Cada célula de tu cuerpo responde a cada una de
las cosas que piensas y a cada palabra que dices.
El cuerpo es un vehículo o medio de expresión que manifiesta los
conflictos que hay a nivel mental, emocional o espiritual, con la expectativa
de ser traducidos en un ajuste en la relación donde se origina realmente el
estrés o problema.
“Cuando
en tu cuerpo se manifiesta un síntoma, este (más o menos) llama tu atención,
interrumpiendo bruscamente, la continuidad de tu vida diaria. Un síntoma es una
señal que atrae tu atención, interés y energía y, por tanto, impide que tu vida
continúe normalmente. Esa interrupción que parece llegar de fuera produce una
molestia y desde ese momento no te deja otra alternativa que ocuparte de
eliminar la molestia.
El
síntoma te está diciendo lo que tienes que ajustar, sólo que para ello debes
entender su lenguaje. Además, esto supone de tu parte una sinceridad difícil de
soportar pues a veces dicen cosas muy importantes y relevantes para nosotros ya
que nos conocemos íntima y realmente. Resulta más fácil, cómodo y llevadero
vivir engañado que afrontar ciertas realidades.
La
enfermedad no es obstáculo que se cruza en tu camino, sino que es el camino que
debes transitar para llegar a la curación. Siendo realmente la prevención y un
estilo de vida armonioso, amoroso lo ideal, lo sano y lo deseable.
“El
síntoma es la forma sincera de expresión del sentir humano, manifiesto desde el
hacer corpóreo. La enfermedad es parte de un sistema de regulación muy amplio
al servicio de la evolución. No se debe liberar al ser humano de la enfermedad,
ya que la salud la necesita como contrapartida", tomado de La enfermedad como camino.
Cuando
comprendes la diferencia entre enfermedad y síntoma, tu actitud y tu relación
con la enfermedad se modifican rápidamente. Ya no consideras al síntoma como tu
enemigo sino que descubrirás en él a un aliado que puede ayudarte a
vencer a la enfermedad.
Deihlefsen y Dahlke
comentan que Edgar Heim, en su libro Krankheit als krise und Chance plantea que un
adulto, en veinticinco años de vida, padece por término medio una enfermedad
muy grave, veinte graves y unas doscientas menos graves.