Hace unos dias corrí mis primeros 10 k oficiales y me
encontré con una carrera emocionante y emocional, para mi sorpresa. Recuerdo
que hace unos siete o quizás ocho meses atrás miraba con orgullo y admiración a
un grupo de amigos corredores y pensaba “me gustaría poder hacer eso, pero 10
kilómetros son mucho y yo llevo demasiado tiempo son correr.
Poco después de eso, dije es hora de dejar
las excusas y comencé a trotar, teniendo como meta hacer al menos 5 k… mi primer tiempo para
esta distancia fue casi de 50 minutos… es decir, casi caminaba (ante los ojos
de un corredor promedio). Sin embargo fue mi punto de partida. Esa distancia la
comencé a hacer ínter diaria y posteriormente diaria, luego subí a 8 k, finalmente
a 10 k…
Tres meses luego de haber comenzado a
trotar me encontraba haciendo 10 k como parte de mi entrenamiento interdiario o
al menos dos o tres veces por semana. Ahí un día me paré a ver hasta donde había
llegado y me sorprendió lo rápido que había logrado avanzar. Sin embargo,
comencé a notar que no era sólo salir a la calle y correr pues mis tobillos
comenzaron a resentirse cuando subí a 12 k.
Dejé mi muda ignorancia
salir a flote y le pedí ayuda y coacheo a un par de amigos corredores sobre
cómo entrenar y mejorar mi técnica. La cual, era esencialmente casera. Correr y
ya, y la realidad si quieres hacer grandes distancias es que necesitar tomar
muchas cosas en consideración, sino, solo saldrás lastimado en tu buena
intención.
Lo primero que descubrí es que estaba
usando los zapatos equivocados, así que en vez de fortalecer estaba lesionando
mis articulaciones; luego, unos tips sobre como correr, tipo de zancada,
cambios de ritmo y paso, súper importante, cómo respirar en cada caso (eso
todavía lo debo perfeccionar y mejorar), comenzar a manejar conceptos que había
escuchado mas nunca había puesto en práctica como rendimiento del oxígeno… así
que lo primero que hice fue darme cuenta de cuanto ignoraba y de todo lo que me
faltaba y falta por aprender.
Así que comencé por lo sencillo, averiguar
que tipo de pisada tengo y comprar unos zapatos acorde. El cambio fue
inmediato, los siguientes 12 k fueron suaves de correr y al final no tenía
dolores. Así que volví a subir la barra y fui por los 15k y tres semanas
después por los 18 k. Ahora ya había logrado con cierta
regularidad hacer los 10 k en una hora, a veces más y a veces menos. Pero,
según me habían dicho unos amigos que corren en serio, esa era una marca que
debía romper para poder decir que corría o trotaba con cierta seriedad. No como
para competir o romper alguna marca todavía, pero es un indicador claro de
progreso.
Finalmente me entero de la carrera y me
inscribo, ahora yo iba a ser uno de esos tipos que corren como parte de modus vivendis.
Me mocionaba la idea, así que comienzo a chequear con mis amigos corredores y
la gente que me ayudó y guió para llegar a este punto y me entero que por
razones diversas, ninguno de ellos corría. Sola habría una persona que de
antemano yo sabía que correría.
Llegó el día, estoy junto a un montón de
gente calentando y estirando antes de la carrera, emocionado, con mil ideas de
cómo correr o que pasará, cómo será la largada, a que paso correré, como
rendiré, me acoplaré al paso de alguien?
Dan la largada y me encuentro que al
principio, pues prácticamente había que caminar hasta el arco de partida y
finalmente poder trotar lento los primeros pasos mientras el compacto grupo se
comenzaba a disgregar y permitía el paso
por sus grietas.
Así que comencé a acelerar el paso y ver a
su vez a la gente que corría a mí alrededor; ver sus rostros, su técnica, su
paso… era como si de alguna manera pudieran modelarme o mostrarme algo de
última hora.
Acelerando el paso me encuentro no sólo
emocionado y corriendo sino emocionalmente conmovido y aunque me preguntaba por
que, preferí fluir con esa mezcla de emociones y seguir el paso de la carrera.
Pasa el primer kilómetro todavía procurando
definir mi paso, mi ritmo, escuchando a mi cuerpo, procurando centrarme en cómo
me sentía y cómo usar eso en la carrera. Escucho el marcador de mi teléfono
diciendo que van dos kilómetros y que voy corriendo a una 5:32 min. Eso me
animó pues es mas rápido de lo que normalmente corro.
Viene un segmento en subida o un falso
plano y decido subir la velocidad, comienzo a pasar a gente, aumento la
velocidad en el entusiasmo y sobre el kilómetro cuatro me comienza una molestia
en el bazo. Era evidente que acelerar en subida me había exigido y había
respirado mal, así que comienzo a bajar un poco el paso y alguien atrás mío se
da cuenta y oportunamente de dice “vamos, no aflojes, tu puedes!”
Agradezco esas palabras con el gesto del
pulgar arriba y comienzo a tomar bocanadas más grandes de aire mientras pienso que debo mejorar mi técnica.
Así que para correr más relajado pero mantener la velocidad opté por dar
zancadas más largas y poco a poco noto que comienzo a pasar gente (al final de
la carrera me enteraría que ese fue mi kilómetro mas rápido)
Sobre el kilómetro seis, con un paso un
poco mas lento me pasa una señora posiblemente unos diez años mayor que yo y
minutos mas tarde también lo hace un señor aún mayor… pienso: wao en mi
expectativa yo debería estar pasándolos a ellos… Que bien que estén en tan
buena forma! Debo mejorar mi técnica y entrenar más y mejor
En ese momento, veo mas adelante a un amigo
que se que corre más rápido que yo y estaba a solo unos doscientos metros de
distancia. Alcanzarlo se vuelve mi meta inmediata que me
permitiría ajustar un buen paso de carrera que me llevaría a la meta final.
Entre pensamiento y paso veo a la gente que
se para alrededor de la vía a auparnos; sus sonrisas, aplausos y simples
“vamos, vamos!” se vuelven muy importantes. En ese momento, sin importar en que
kilómetro me encontrara, cada desconocido se volvía un amigo entrañable y
oportuno que me daba fuerzas, incluso sin saberlo quizás para dar otro paso
certero.
Estamos comenzando a remontar otra subida y
me digo, “vamos, tu has hecho 10 k antes y esta distancia está más que superada,
así que imprímele velocidad y respira profundo, tu puedes” y así lo hago, retomo
la zancada larga, efectiva con una respiración profunda. Unos minutos mas
adelante, veo a la señora que un kilómetro atrás me había pasado y sonrío para
mi, me digo bien hecho, tu puedes, adelante… esa señora se volvió inspiración y
ayuda sin ella saberlo... gran motivadora por el simple hecho de ser.
A estas alturas, yo paso a algunos, otros
me pasan a mi, pienso que quiero subir el paso aprovechando la bajada y me
encuentro ahora a una chica jadeando que comenzaba a flaquear y recordé las
palabras de apoyo que me dieron y siento que era lo mínimo que debía hacer y le
digo lo mismo, vamos, tu puedes, falta poco, adelante… y en efecto ella retoma
su paso y se pone a trotar nuevamente.
Sobre el kilómetro ocho y de cara al kilómetro
nueve me doy cuenta que venía trotando cómo, pensando, haciendo una narración
en vivo para mi de la carrera y de lo que estaba viendo. Cuando repaso esa
sensación de comodidad pensé: hmmm aflojé sin darme cuenta, bajé el ritmo… veo el cartel que dice KM 9 y me dije, lo mismo que cuando comencé
a subir, “vamos tu puedes, esta distancia la has logrado antes. Es hora de ese
esfuerzo extraordinario”
Así que acelero y veo un elevado. Decido
mantener el paso y procuro dejar las zancadas largas para pasar a la gente,
mientras otros me pasaban. Aumenta la adrenalina, siento mi corazón latir
fuerte y en ese momento vienen a mi mente varias metas que había puesto en
pausa, otras que tengo a mitad de camino, cosas que tengo en mi lista de cosas para
hacer antes de morir (y me digo, hay mucho por que vivir… tienes cosas
pendientes) y sigo.
En la recta final y después de pasar el
último elevado veo a un chico que venía muy rápido y comienza a flaquear, como
si tropezara, le faltaba el aire o eso parecía. Me acerco y le digo a el
también vamos, falta poco, ya estás llegando! Le doy una palmada en la espalda
y el retoma su paso. A la par, por mi lado izquierdo veo a la chica a la que
había alentado un kilómetro atrás y fue como si me dijeran buen trabajo!
Estoy claro que ellos están trotando por
sus motivaciones, sus metas y tiene su propio mapa mental, pero en ese momento
ver a dos personas a las que les di una simples palabras de aliento seguir su
carrera y estar a escasos doscientos metros de la línea de llegada me hizo
sentir una suerte de orgullo. Supongo que llevo mi espíritu de coach encima.
En fin, acelero, veo el arco y la gente
aupándonos a todos, sonriendo, tomando fotos, dándonos la bienvenida al grupo
que venía llegando. Mantengo el paso, veo el arco, no quería que
nadie me pasara… eran mis ochenta metros finales, me presiono, es mi final, es
mi meta, estos a segundo de lograr algo que hacía meses atrás era solo una
referencia de lo que otros podían hacer. Entonces, se vuelve
emocional y se me hace un nudo en la garganta… era una emoción similar a la que
estimo yo que sintió el que llegó de primero y rompió la cinta. Acelero un poco
mas, mi pecho se llena de una sensación de orgullo y alegría, noto cierta
presión en el bazo, evidentemente con las emoción del remate había respirado
mal o no me había dosificado bien, pero era lo que debía y quería hacer… miro
el reloj oficial, el arco, las caras de la gente alrededor y cruzo la meta; se
me llenan los ojos de lágrimas, me emociono, pienso: menos mal tengo lentes y
con el sudor nadie lo notará… una suerte de orgullo con alegría me invade.
Se que estaba aproximadamente el en primer
tercio y eso lo pude confirmar posteriormente. Me sentía entusiasmado, contento
y volvió a aparecer en mi cabeza la lista otras metas y deseos pendientes por
cumplir. Contacto orgullo y la sensación de que todo es posible… me pregunto
¿Por qué no hice esto antes? Y me respondo ahora es el momento de retomar todo
aquello que está pendiente, definitivamente es posible!
A la par me acerco al podio y escucho los
tiempos de los ganadores definitivos y me asombro de sus velocidades, los
felicito en silencio y posteriormente pude acercarme a varios de ellos a
felicitarlos frente a frente, para mi era algo que sentía que debía hacer.
Finalmente, mientras como algo a un lado de
la vía, después de haber estirado un poco, me siento feliz y pleno con algo tan
sencillo. Lo mejor es que me siento empoderado y decidido. Se disipan dudas
sobre metas y deseos y se cambian por certezas y me recuerdo una frase que me
he dicho varias veces y quiero compartir con ustedes:
Un experto sabe de técnicas y conoce los
límites, en cambio un aprendiz sólo conoce de posibilidades!
Y a partir de hoy decido vivir como un
eterno aprendiz, llenando de posibilidades y logros; pequeños, mediano y
grandes. Están ahí sólo esperando por mi y voy por ellos!