martes, 8 de abril de 2014

Cumplo el tratamiento y sigo enfermando, Porqué?

La mente puede curar, y de hecho cura. La eficacia y realidad del efecto placebo es indiscutible. Pero la mente funciona igualmente en dirección opuesta. Puede matar! A esto último se llama efecto nocebo.
Para referirme al conocido por todos como efecto placebo, quizás hubiera escuchado alguna palabra suelta y hasta es posible que un cierto esbozo de conversación sobre el asunto, pero cuando realmente me enfrenté de manera mas o menos organizada y seria a la problemática que plantea fue durante mis años en la industria farmacéutica. 
Aparentemente todo es simple, se trata de probar un nuevo medicamento, una droga como se dice en terminología legal. Se selecciona sin especial cuidado un colectivo de voluntarios. \ A unos se les suministra la droga cuyos efectos terapéuticos se trata de evaluar in vivo.A otros sencillamente agua con azúcar, advirtiendo, claro, que están tomando una droga, precisamente la sometida al test en humanos, para que interioricen su consumo destinado a la finalidad terapéutica de que se trata. Pues bien, el efecto placebo consiste en que muchos de los que ingirieron azúcar reflejaron los mismos síntomas y efectos que aquellos que consumieron la droga en cuestión.
La medicina, como digo, llama a esto efecto placebo. Algunos otros investigadores como Lipton prefieren, con razón, utilizar la expresión mas gráfica, y para mi mucho mas ilustrativa, de “efectos de las creencias”, queriendo resaltar y llamar la atención sobre un aspecto capital: que nuestras ideas, percepciones, creencias, sean o no acertadas, tengan o carezcan de base fáctica o racional, tienen un efecto directo e inmediato sobre nuestro organismo, sobre nuestro comportamiento. 
Es así de lineal: el poder de la mente, expresado en términos de creencia, sobre el cuerpo, sobre el organismo. En una dirección, en este caso: la curativa, por así decir. Con palabras mas llanas: el poder de la mente en la curación de dolencias y enfermedades sin auxilio de agentes exteriores como los fármacos. ¿Se necesitan mayores evidencias de que la mente puede controlar el cuerpo?. Siendo esto así, dado que la mente puede producir “moléculas de emoción”, ¿acaso hay duda de los efectos orgánicos de las emociones?
Muchos “científicos” actuales lo niegan de manera tan rotunda como obtusa. Para la medicina tradicional el efecto placebo es cosa de curanderos, visionarios o sencillamente pacientes altamente sugestionables con los que no se puede construir un patrón de comportamiento “científicamente válido”. Por eso siguen cuestionando, aunque cada día con menos fuerza y convicción, que el aparato emocional influya de modo decisivo en el aparato orgánico. Una cosa es que sepamos cómo. Otra que neguemos el qué. El hecho es, según todas las evidencias, que lo emocional controla lo orgánico, o cuando menos lo afecta de manera muy potente.afecta. Descubrir el modo y manera en que se producen, el mecanismo a través del cual se actúa, es harina de diferente costal. En eso están algunos. Contra muchos vientos y mareas. Los vientos y las mareas, por cierto, no son necesaria y exclusivamente escrupulosos científicos. Si desechamos el poder de la mente en la curación de las enfermedades nos quedan dos mecanismos: la droga, esto es, el fármaco, y la cirugía. Ambos acompañados al compás de las sofisticadas técnicas de diagnóstico. Y hablamos de capitales gigantescos invertidos en la industria farmacéutica reclamados de amortización y rentabilidad.
Hablando de cirugía, un postulado tradicional era el siguiente: “en cirugía no cabe el efecto placebo” Bruce Moseley publicó en 2012 un estudio sobre la cirugía de rodilla y en concreto traba de averiguar qué parte de la cirugía provocaba la mejora en los pacientes.  Para ello, llevado de ese afán de saber lo inconveniente que caracteriza al verdadero investigador, dividió el grupo en tres secciones. Al primero le rebajó el cartílago dañado. Al otro le limpió la rodilla para erradicar cualquier material que pudiera ser responsable del efecto inflamatorio. Estas dos intervenciones constituyen lo que podríamos llamar tratamientos clásicos en estas dolencias. Al tercer grupo, sencillamente no le hizo nada. Sedó a los pacientes, hizo las tres incisiones de rigor, habló y actuó como normalmente lo hacía en todas sus intervenciones quirúrgicas y llegó hasta meter la mano en los sueros salinos para imitar el ruido que se produce al limpiar la articulación. Tardó cuarenta minutos en esta operación “virtual” y cosió. A los tres grupos se les aplicaron idénticos tratamientos o cuidados postoperatorios.
Los resultados fueron para algunos sorprendentes. Los dos primeros grupos mejoraron, conforme a lo previsto y a la experiencia de casos similares. El problema es que el tercer grupo también mejoró y lo hizo con idéntica intensidad a los dos operados. Para evidenciarlo se mostraron imágenes del grupo placebo jugando al baloncesto, corriendo y haciendo cosas que les resultaban imposibles antes de ser “operados”.
Miles de ejemplos ilustrarían esta entrada. No son necesarios. El poder de la mente es obvio. Por mucho que lo niegue la medicina convencional y afecte a los intereses de la industria farmacéutica. Es sólo, como tantas cosas, cuestión de tiempo.
Ahora quiero llamar la atención sobre lo contrario, lo que se llama efecto nocebo. La mente puede curar, como acabo de describir, pero ele principio, el mecanismo tambien funciona en dirección opuesta: puede matar.
Clifton Meador llevaba reflexionando sobre el poder de la mente durante mas de treinta años. En 1974 tuvo un paciente, su nombre era Sam Londe, quien decía padecer cáncer de esófago, enfermedad que por aquellos días era sencillamente letal. Le trataron el cáncer con técnicas convencionales, convencidos todos los médicos que ese tipo de cáncer necesariamente recidivaría, esto es, se reproduciría. Sin solución. En efecto: Londe murió poco después de su diagnóstico y tratamiento.
Decidieron practicar la autopsia. No encontraron ningún cáncer. En cualquier caso, ni por asomo células cancerígenas capaces de producir las muerte. Tenía un par de manchas en el hígado y otra en el pulmón, pero ni rastro del supuesto cáncer de esófago que oficialmente era el responsable de su muerte.
¿De qué murió si no tenía cáncer?. Treinta años después, Meador sigue dando vueltas al asunto:
-Creí que tenía cáncer. El creyó que tenía cáncer. Todos cuantos le rodeaban creían que tenía cáncer… ¿Le robé la esperanza de alguna forma?
Terrible pregunta. Pero ahí queda, en el aire de las conciencias. El efecto placebo funciona. El efecto nocebo tambien. Una de nuestras grandes obligaciones consiste en no robar la esperanza.
Y continúo, ahora con la sincronías. Esta mañana, a eso de la una y media, estaba citado por el doctor Domínguez para un reconocimiento de rutina. Cumplido el trámite sin percances de salud, aparte de lo derivados del mero transcurrir del tiempo, nos fuimos a almorzar. La conversación derivó sobre los efectos de la hipnosis, porque el doctor es experto en esa materia y uno de los grandes especialistas españoles en sueño. Me relataba como funciona en el plano de los efectos la hipnosis como técnica curativa incluso de lesiones musculares. En ese instante se detuvo y me dijo:
-La mente funciona sobre el organismo en dos direcciones. El efecto placebo o curativo y el efecto nocebo o dañino. este último es mucho menos conocido, pero igual de cierto. Permanecía en silencio. Inevitable que viniera a mi mente el articulo escrito en las primeras horas de esta madrugada. El Dr. Domínguez continuó:
-Lo peor que puede hacerse con una persona enferma es arrebatarle la esperanza. Eso es condenarle a una muerte segura!
¿Sincronías? Cada uno puede utilizar la palabra que mejor le cuadre, pero es curioso cuando menos la secuencia del día. Pero, en fin, eso importa mas bien poco. Lo que cuenta es que la mente funciona en las dos direcciones: placebo y nocebo. Curar o lastimar... 
Los límites son internos y las posibilidades, también!

Basado en un artículo de Mario Conde

Quién es la víctima mi AND o yo? Qué puedo hacer?

Tradicionalmente nos enseñan que los genes determinan y controlan nuestra vida, que en ellos se inscriben todas nuestras capacidades y características, pero la medicina moderna, particularmente los estudios de Bruce Lipton han demostrado que esto es falso. el factor genético es determinante para los rasgos físicos pero no para los de personalidad y menos aún para los de salud, física y emocional.


Entonces, NO somos víctimas de nuestra genética, en realidad es el ADN el que está controlado o influenciado por el medio externo celular.

¿Qué significa eso?
La célula es la vida. Hablar de una célula es como hablar de una persona. Nosotros recibimos la información a través de los cinco sentidos y las células reciben las señales del entorno a través de los receptores que captan la información. El ADN es controlado por señales que vienen desde fuera
de la célula, incluyendo mensajes energéticos de nuestros propios pensamientos, tanto los positivos como los negativos.

¿Donde están y actúan nuestras creencias?
los estudios del Dr. Lipton develaron una realidad que sorprendió y puso de patas arriba al mundo de la medicina y es que las creencias no están en nuestra mente, están en nuestros músculos. Exactamente, leyeron bien, en nuestros músculos; es por ello que finalmente actuamos y reaccionamos en función a nuestras creencias primarias, esas que nos indican todo lo referente a ser feliz, ser próspero, cómo amar y ser amado, que cosas merecemos y hasta a dónde podemos llegar en nuestra vida.

¿Somos lo que vivimos y pensamos?
Sí, y cambiar nuestra manera de vivir y de percibir el mundo es cambiar nuestra biología. Los estudios demuestran que las células cambian en función del entorno, es lo que llamamos epigenética. Epi significa por encima de la genética, más allá de ella.

Esto quiere decir que, según el entorno y como tú respondes al mundo, un gen puede crear 30.000 diferentes variaciones. Menos del 10% del cáncer es heredado, es el estilo de vida lo que determina la genética.

¿Es el entorno el que nos define?
Aprendemos a vernos como nos ven, a valorarnos como nos valoran. Lo que escuchamos y vivimos nos forma. No vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos. Somos víctimas de nuestras creencias, pero podemos cambiarlas.

Pero las creencias están inscritas en lo más profundo de nuestro subconsciente.
Cierto. El subconsciente es un procesador de información un millón de veces más rápido que la mente consciente y utiliza entre el 95% y el 99% del tiempo la información ya almacenada desde nuestra niñez como un referente, en particular lo que aprendimos como normas, valores y posibilidades durante los primeros siete años de vida. Por eso, cuando decidimos algo como: ganar más dinero, si nuestro subconsciente contiene información de que es muy difícil ganarse la vida, no lo conseguiremos. o si aprendimos que la Vida es dura o que no merecemos ser felices. Pues, no importará lo fuerte que nos esforcemos, al final nos guiaremos pues nuestro aprendizaje interior que nos fija los límites y las posibilidades.

¿Entonces?
Si cambiamos las percepciones que tenemos en el subconsciente, cambiará nuestra realidad, y lo he comprobado a través de numerosos experimentos. Al reprogramar las creencias y percepciones que tenemos de cómo es la felicidad, la paz, la abundancia, podemos conquistarlas.

Cambio mi pensar y cambio mi ser???
Así es como funciona el efecto placebo. Si pienso que una pastilla me puede sanar, me la tomo y me encuentro mejor. Sin embargo, el cambio de creencias no es sólo decir en voz alta una nueva creencia. Implica interiorizar esa nueva creencia y reemplazar la anterior, va mas allá de saber decir en voz alta lo que queremos,tiene que ver con el ser congruentes con ello en todos los aspectos; en lo que refiere al qué hacemos, si nos lo merecemos, si lo queremos, para qué lo queremos y si realmente sentimos que eso que decirnos que queremos nos lo merecemos y lo podemos llevar a cabo.

¿Mis creencias me modelan y determinan?
Eso parece. Al igual que los pensamientos positivos y el efecto placebo afectan a nuestra biología, existe el efecto nocebo: si crees que algo te hará daño, acabará por hacerte daño. Henry Ford decía que tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, tienen razón. Si eliges vivir un mundo lleno de amor, tu salud mejorará.

¿Y eso por qué?
La química que provoca la alegría y el amor hace que nuestras células crezcan, y la química que provoca el miedo hace que las células mueran. Los pensamientos positivos son un imperativo biológico para una vida feliz y saludable. Existen dos mecanismos de supervivencia: el crecimiento y la protección, y ambos no pueden operar al mismo tiempo, aquí está la clave!

O creces o te proteges.
Los procesos de crecimiento requieren un intercambio libre de información con el medio, la protección requiere el cierre completo del sistema. Una respuesta de protección mantenida inhibe la producción de energía necesaria para la vida.

¿Qué significa prosperar?
Para prosperar necesitamos buscar de forma activa la alegría y el amor, y llenar nuestra vida de estímulos que desencadenen procesos de crecimiento. Las hormonas del estrés coordinan la función de los órganos corporales e inhiben los procesos de crecimiento, suprimen por completo la actuación del sistema inmunológico.

¿La culpa de todo la tienen los padres?
Las percepciones que formamos durante los primeros seis o siete años de vida, cuando el cerebro recibe la máxima información en un mínimo tiempo para entender el entorno, nos afectan el resto de la vida.

Y las creencias inconscientes pasan de padres a hijos.
Así es, son efectivamente modeladas, las conductas y los comportamientos, creencias y actitudes que observamos en nuestros padres se graban en nuestro cerebro y controlan nuestra biología el resto de la vida, a menos que aprendamos a volver a programarla. lo bueno es que una cualidad innata del cerebro es la de aprender; así que siempre le podemos ensenar algo nuevo.

¿Cómo detectar creencias negativas?
La vida es un reflejo de la mente subconsciente, lo que nos funciona bien en la vida son esas cosas que el subconsciente te permite que funcionen, lo que requiere mucho esfuerzo son esas cosas que tu subconsciente no apoya. si hay alguna parte de tu vida que este en crisis,  a nivel de pareja, en el trabajo, alguna enfermedad o inclusive la simple vivencia de no saber por que pero ser infeliz, pues esos son indicadores de que hay unas creencias limitantes actuando a nivel inconsciente que te están atacando en vez de apoyando. 

¿Debo doblegar a mi subconsciente?
La idea no es librar una batalla personal, muy por el contrario, implica hacer las paces con uno mismo desde lo mas profundo de nuestro ser y entonces identificar cuales creencias antes nos limitaban y bloqueaban para ahora cambiarlas por aquellas que me potencien y me ayuden a lograr todo aquello que quiero, me propongo y siento que me merezco... incluso más de lo que has llegado a soñar