"El compromiso es con la vida" por y para ello aquí encontrarás artículos, cuentos, ideas, reflexiones y parte de mi investigación sobre el cuerpo y sus patologías; sus equivalentes psicológicos y que significan en términos de relación. También, podrás leer artículos sobre el significado de los gestos; sobre los rituales de cortejo, de negociación y ese cúmulo de expresiones que usamos cotidianamente.
domingo, 12 de julio de 2015
martes, 8 de abril de 2014
Cumplo el tratamiento y sigo enfermando, Porqué?
Quién es la víctima mi AND o yo? Qué puedo hacer?
domingo, 2 de octubre de 2011
Verticalidad, el cuerpo y su significado emocional de pies a cabeza
Si aceptamos que la materia es energía, podemos decir que toda manifestación del ser siempre es expresión de su funcionamiento orgánico. Nuestro aparato funcional se vuelca de un contacto continuo de un movimiento energético interno a un intercambio constante con el medio externo. Por varios motivos se pueden instaurar bloqueos en ese sistema, provocando disfunciones. La represión de la energía transforma su calidad: al paralizarse pierde su característica vital y dinámica tornándose patológica y perversa.
domingo, 11 de septiembre de 2011
“La enfermedad es el esfuerzo de la naturaleza por curar el cuerpo.” Es justo lo que necesitaba pero no entendía.
Con esta frase Junguiana quiero invitarlos a escuchar con
un poco mas de cautela a su cuerpo y en alguno de los casos, quizás, tratarlo
como tratan a sus carros.
Desde el enfoque de la bioenergética, nada de lo que ocurre
en nuestro cuerpo es “casual” sino “causal,” es por ello, que la creencia
popular que reza “enfermarse es siempre malo!” es errónea; más que malo
enfermarse tiene un costo, un costo físico que compensa en términos
psicológicos un costo emocional de una realidad subjetiva que resulta más
difícil, angustiante o dolorosa de soportar.
Sin embargo, la enfermedad
no es más que la manifestación de un síntoma o conjunto de síntomas que son la
voz de nuestro cuerpo, son la alarma que nos está indicando que hay algo que
debemos arreglar o ajustar.
Justamente aquí radica la
importancia de escuchar bien a nuestro cuerpo y dejar la prisa por aplacar los
síntomas como manifestaciones molestas que interrumpen la homeostasis regular
de nuestro organismo para pasar a tomar atención en lo que hay detrás de cada
malestar.
Pues, el síntoma lo podemos
aplacar mil y una vez con analgésicos y afines pero este seguirá apareciendo o
incrementándose siempre y cuando la causa físico-emocional que lo genera siga
existiendo. Sin embargo, si en vez de
ocuparnos de aplacar las manifestaciones sintomáticas molestas nos
ocupáramos de escuchar lo que nuestro cuerpo nos está diciendo y tomáramos
correctivos necesarios a nivel de nuestras relaciones significativas y de las
cargas emocionales que llevamos encima, entonces, la aparición del síntoma
habrá “valido
la pena” pues sirvió para solucionar la raíz del problema que hacía eco
emocional.
El común denominador de la gente
no duda en consultar al médico, dentista o al oftalmólogo, sin embargo la idea
de consultar a un psicólogo o a un terapeuta genera enormes niveles de reserva
y por lo general suele venir acompañado de considerables niveles de angustia y
estrés. La realidad es que el trastorno no es más que el resultado de un
fracaso en un proceso de adaptación y en tanto no es una desgracia, sino más bien, algo que
puede ser totalmente tratable y transitorio.
Mírenlo de esta manera, cuando a
su automóvil se le enciende alguna luz en el tablero, no nos molestamos con la
luz por decirnos que debemos poner gasolina, aceite, cambiar el alternador o
revisar el motor, sino que nos alegramos del aviso y hacemos algo antes de que
el motor de dañe permanentemente.
La gente no piensa: “mejor déjame quitarle el bombillo a la luz
del tanque de gasolina así se apagará y dejara la alarma”. El razonamiento
suele ser: “busquemos una bomba y
pongamos gasolina o llevemos el carro al taller.”
Cuando la alarma o el síntoma
aparece en términos personales, por lo general la ocupación suele ser atacar el
síntoma en vez de evaluar por completo la situación y tomar acciones que
permitan erradicar la causa que genera
el síntoma. Así que la próxima vez, tratemos a nuestro cuerpo al menos tan bien
como tratamos a nuestros carros y atendamos a la raíz del síntoma.
martes, 2 de junio de 2009
Bioenergética: ¿Qué duele y qué significa?

Cuando el cuerpo humano presenta un síntoma físico, hay una vinculación emocional que le está indicando a la persona que hay un tema interno que solventar. La Bioenergética ayuda a mirar el nexo que hay entre los signos que se presentan y su relación con el mundo interior del paciente.
El cuerpo físico de una persona almacena y contiene mucha más información de la que se puede observar a simple vista. Incluso, la salud de un organismo vivo no sólo está vinculada al funcionamiento adecuado de sus órganos, sino al manejo de sus emociones.
El cuerpo y las emociones están relacionados intrínsecamente. En el primero, se pueden manifestar las alteraciones del mundo emocional; y según como cada individuo maneje sus emociones, habrá síntomas o no en la parte física.
Gabriel Rodríguez, Terapeuta Bioenergético, comenta al respecto: “Si la persona manifiesta su emoción reaccionará con salud”. En este sentido, explica que los problemas comienzan cuando la persona elige no mostrar lo que sucede por dentro.
Llegan los síntomas
El terapeuta consultado explica que cuando la salud orgánica pierde el equilibrio, se comienzan a manifestar síntomas conocidos como enfermedades. “Es lo que da el mensaje de que algo en nuestro organismo requiere un ajuste”, dice Rodríguez.
Gabriel Rodríguez hace la diferencia entre la salud orgánica y la social. En la primera, el organismo toma del ambiente lo que le sirve y se nutre. Lo que no le sirve, lo excreta. En la segunda, la persona toma del ambiente lo que le nutre, pero no puede eliminar todo lo que desea por condicionantes sociales.
En el proceso de socialización y educación del individuo, el cuerpo es reeducado y aprende a no extraer de su organismo aquello que no le sirve. “Preferimos funcionar bajo la visión de la salud social, de lo que es correcto”, indica el entrevistado.
¿Cuál es la salida más común cuando aparecen los síntomas? Lo que suele suceder es que las personas se molestan con la enfermedad y atacan al síntoma, en vez que alegrarse porque su cuerpo les está mostrando que algo no anda bien. “Es como si cuando vas manejando, se enciende la luz del tablero indicando que el carro necesita aceite, y el conductor en vez de echarle el líquido, rompe el bombillo”, cuenta Gabriel Rodríguez.
La energía en el cuerpo
Para comprender cómo la salud o su ausencia están vinculadas con las emociones, se puede utilizar la Bioenergética, que Rodríguez define como un modelo terapéutico que estudia el equilibrio energético dentro del cuerpo. “Si existe un bloqueo de energía en la persona, éste quedará fijo en el cuerpo y a la vez moldeará su carácter o personalidad”, señala el entrevistado.
Cuando se trata de las dolencias físicas, es importante mirar los síntomas, cómo afectan al paciente y cómo se vincula con su entorno y sus relaciones.
El experto en este tema comenta que la Bioenergética permite mirar todas las enfermedades e incluso los accidentes en la historia de vida de la persona.
En este sentido, comenta: “Si una persona enferma en soledad es porque extraña esa relación. Si presenta síntomas estando con otros, es porque las relaciones no son sanas para él. Detrás de toda patología, hay una relación en déficit. Incluso, puede decirse que lo amenazante puede ser asumir el vínculo”.
Principios de la Bioenergética
De acuerdo al abordaje en Bioenergética, dos principios fundamentales rigen y explican los síntomas que se manifiestan en los seres humanos.
El primero, es el principio de lateralidad. En el lado izquierdo del cuerpo se reflejan las relaciones familiares significativas: padre, madre, hermanos, hijos. En el caso del lado derecho, se muestran las sociales: vecinos, pareja, amigos, trabajo. Esto quiere decir, que dependiendo del lado donde se presenta el síntoma, habrá ue revisar una vinculación familiar o una social.
El segundo principio es el de verticalidad, según el cual en cada zona del cuerpo se reflejan diferentes aspectos.
En la cabeza, se mira lo abstracto, las ideas, lo fantástico. En esta parte del cuerpo tengo mi identidad, mi ego, mi imagen.
Los síntomas entre cuello y cintura, pueden estar vinculados a la vitalidad y a los afectos. “Allí tengo los órganos que necesito para estar vivo, como el corazón y los pulmones”, dice Rodríguez.
Entre la cintura al vientre (parte baja del tracto digestivo), se manifiestan los temas que tienen que ver con los desechos, eso que no sirve o no es nutritivo, eso que debe permanecer poco tiempo en el cuerpo.
Los temas de identidad sexual, pasión, capacidad de trascender, miedos y profundos sentimientos se manifiestan en la zona de los genitales.
Las piernas hablan del soporte, el contacto con la realidad y con lo concreto. Mientras que los brazos son los que le permiten a las personas proyectarse al futuro, sin perturbar si equilibrio. Con ellos, se puede colocar distancia o acortarla.
De acuerdo al especialista consultado, para realizar el trabajo desde el abordaje de la Bioenergética, es necesario construir la historia de vida con el paciente y revisar desde allí y desde la observación, cuáles son los bloqueos energéticos que tiene la persona, para poder trabajarlos y desbloquearlos con ejercicios terapéuticos.
Según el lugar
De acuerdo a la parte del cuerpo donde se presenta el signo, habrá una explicación emocional para el mismo. Un breve resumen lo confirma.
* Muslos: tiene que ver con los demás esperan de mi o lo que yo creo que los demás esperan de mi.
* Pantorillas: vinculado a lo que yo espero de mí mismo.
* Rodilla: tiene que ver con cómo articulo las expectativas externas y las internas.
* Tobillo: cómo vinculo mis expectativas con la realidad.
* Pie: habla del apoyo, soporte y equilibrio.
* Cuello: relacionado con el control y con conciliar lo que se siente y se piensa.
* Garganta: puede manifestar problemas para comunicarme.
* Prolapso de bajo vientre: reconcomio.
* Frente: tiene que ver con cómo la persona enfrenta el mundo.
* Espalda: en esta parte, se refleja la historia de vida del paciente, desde la cadera hasta la séptima vertical. En la cadera, se encuentra el día de nacimiento. Y en la cervical, el presente.
* Corazón: problemas emocionales básicos, de afectos primarios.
* Dientes: vinculado a cómo se asimila el mundo.
Según los síntomas
Los signos que se manifiestan también contienen información tanto para el paciente, como para el terapeuta. A tomar nota.
* Gripe: llanto interno. Se presente cuando no la persona no se da el permiso a llorar o no puede manifestar ciertas realidades.
* Dolores de cabeza: se resume en pensar, pensar, pensar y no hacer.
* Dolores musculares en la zona del trapecio: está vinculado a las responsabilidades. La persona se echa el mundo encima.
* Dolores musculares en la zona lumbar: vinculado a no querer ceder o ser inflexible.
* Infarto: habla de cómo la emoción pudo más que la persona.
* Cáncer: el trasfondo es la desesperanza. Cuando hacer más de lo mismo ya no le sirve a la persona.
* Cáncer seno izquierdo: frecuente cuando se presenta el síndrome de nido vacío (los hijos se marchan del hogar)
* Cáncer seno derecho: vinculado al abandono de la pareja.
* Cáncer cuello uterino: problema con lo femenino.
Autor del texto: Raiza Ramirez
Terapeuta consultado: Jose Gabriel Rodríguez.
martes, 12 de agosto de 2008
PROBLEMA DE MÉTODO Y GANANCIA INSUFICIENTE

Toda enfermedad tiene inmersa una ganancia ulterior, el reconocimiento de esta ganancia viene dado sólo en una escala personal y con un referente único. Es por ello que a través del viejo y conocido ensayo y error es que, a veces, las personas optan por las manifestaciones psicopatológicas como vehículo para vincularse o desvincularse de los otros.
El problema viene cuando inconscientemente se opta por la enfermedad (cualquiera que esta sea) o por un conjunto de síntomas para hablar o identificar una situación emocional no resuelta y estos son mas fuertes o tienen implicaciones a nivel de vivencia que desconocíamos. Entonces, la relación con los otros está determinada por la dinámica de la enfermedad.
La determinación de la efectividad de la ganancia ulterior vendrá determinada por un proceso de ensayo y error en el cual a veces enfermarse más a veces es la única opción de mantener la relación o la ganancia vigente.
Sin embargo, a veces las implicaciones de sobrellevar la enfermedad resultan agobiantes para el individuo y en el proceso la ganancia ulterior no compensa, en términos emocionales, el desgaste o el padecimiento de la enfermedad como tal.
Esta realidad, se vuelve mucho más aterradora cuando la enfermedad en cuestión es de base degenerativa, pues, eventualmente no habrá nunca una ganancia que compense el desgaste. Salvo sea eso, como castigo o como destino fijado, en términos inconscientes, lo que la persona signó para sí mismo.
Ocurre frecuentemente en enfermedades como el cáncer o la diabetes, que los pacientes no tiene consciencia real de todas las implicaciones de la enfermedad y su tratamiento y una vez inmersos en el proceso de padecer dicha enfermedad, pierden las ganas de vivir pues el desgaste físico y emocional de estar enfermos es enorme.
LA VALIDACIÓN NEURÓTICA.

Partiendo del principio que neurosis es una mala evaluación de la realidad, encontramos que en muchas ocasiones el individuo deja de reconocer opciones y métodos más adaptativos y/o más sanos para obtener esa cuota de atención, afecto, aprecio, límite o espacio vital que necesita preservar.
Sin embargo y a pesar de sí mismo, opta por validar la crítica, el desprecio, el rechazo o “eso” que vuelve agresivo a su entorno desde la percepción personal. Vale decir, si alguien, un desconocido o un tercero insignificativo, te critica o dice algo que no tiene resonancia con la realidad; el individuo simplemente ignorará el comentario o tal vez se sorprenda por lo desubicado del mismo.
Pero muy por el contrario, si el mismo comentario o crítica es hecho por alguien significativo, entonces se valida la fuente y el comentario pasa a tener lugar dentro del marco de referencia y de opciones de lo que la persona piensa de sí mismo.
Este particular hecho cambia, dentro del proceso perceptivo, la historia y hace que dudemos o cuestionemos nuestra percepción y nuestra realidad.
Esta vivencia de rechazo o crítica se torna más crítica cuando lo señalado es algo que el individuo no tiene opción para cambiar o modificar. Por ejemplo, cuando alguien es rechazado por factores raciales, o de tamaño o algún otro referente físico el cual está imposibilitado de modificar.
Entonces, aquí la crítica se vuelve mucho más destructiva y el rechazo tiene un poder que le permite a la persona, posteriormente, usar ese mismo argumento contra sí mismo.
Si embargo, la realidad trasciende el hecho físico y el rechazo planteado por el otro seguramente esté influenciado por una serie de factores mucho más trascendentes que los aspectos físicos mencionados o que los insultos o defectos comentados en momentos de rabia por la contra parte.
Aquí la validación neurótica pasa a jugar un papel determinante en la mecánica del argumento pues si el individuo reconocer que el discurso está teñido de rabia, de prejuicios o similar, de la misma manera dejará de validar el contenido o parte de él y en consecuencia no reaccionará patológicamente por ello. Por está razón desvalorizará el contenido de la crítica en vez de a sí mismo.
LA FUNCIÓN DE LA ENFERMEDAD Y LA GANACIA ULTERIOR.

Si bien parece absurdo en un primer momento plantear que enfermarse es algo bueno, algo útil; resulta ser que para el portador del síntoma puede llegar a ser en algunos casos su forma más efectiva de comunicación con su entorno.
El beneficio que pueda tener el hecho de estar enfermo varía y tiene validez sólo en su contexto histórico personal. Es decir, la misma enfermedad o situación patológica no tiene los mismos beneficios para todos, sin embargo, tienen elementos comunes en las relaciones afectadas o en las áreas de significación emocional.
Me explico, una disfonía está vinculada con la decisión de no comunicarse o tal vez con la indecisión de decir algo. En la medida que se identifique si es pertinente el discurso, se recuperará la voz y se hablará. También, si se asumió el hecho de que no se va a decir lo que se siente o corresponde decir y si se está en paz emocionalmente con ello, se recuperará el habla.
Considerando que hablar que es algo bastante universal, tiene valencias muy personales según sea la profesión, oficio o desempeño de la persona. En el caso de un cantante o de un locutor no solo es un medio de comunicación, sino también su forma de ganarse la vida.
Entonces, ya sea por miedo a poner un límite, por el estrés que genera dar un ponencia en público, por temor al rechazo personal o del contenido del discurso, para evitar una responsabilidad o una confrontación… la disfonía resulta útil y será la forma más efectiva que escogió el inconsciente para, validando sus otros mecanismos de defensa, ponerse a salvo emocionalmente y lograr su objetivo; no comunicar… o no en ese momento.
Sin embargo, es pertinente la acotación de que a nivel inconsciente nosotros vamos a buscar vincularnos con el otro y en consecuencia necesitamos, aunque sea de forma patológica, tener pruebas de que para el otro también somos significativos o en su defecto somos tomados en cuenta.
Plantea Eric Berne, cuando habla de la economía de las caricias, que todos necesitamos un mínimo de caricias, entendiendo por caricias todo tipo de forma de contacto. En función de ello, la enfermedad simplemente es una forma de llamar u obtener una cuota de atención específica que de otra manera resulta imposible para el individuo operacionalizar.
La enfermedad no siempre promueve atención y contacto, sino que, muchas veces lo que se logra es justamente poner ese límite o distanciamiento ante realidades difíciles de manejar o situaciones de alto contenido emocional a las cuales no se les quiere afrontar.
Por otro lado, hay personas a quienes les resulta difícil y en ocasiones imposible plantearse que alguien opte, incluso a nivel inconsciente, por padecer algo como cáncer o enfermedades por el estilo ya que las mismas acarrean una cuota muy alta de sufrimiento.
A veces, justamente esa es la ganancia! Sufrir. Ya sea por que la persona considera y valida para sí la opción de ser castigado o por procesos internos que le hacen sentir culpas que debe expiar y esa es la mejor manera para hacerlo… de eso dependerá a su vez que sobreviva o no.
No quiero decir por ello que esa sea la significación del cáncer, en este caso me refiero solamente a uno de los tanto posibles beneficios que alguien puede encontrar o validar ante una situación por el estilo.
En ocasiones y ante la incapacidad operativa de demandar afecto, atención o cariño, la enfermedad surge como la opción ideal para ello. Se convierte en una herramienta, en un vínculo que mantiene a los demás seres significativos atentos, pendientes y al servicio del enfermo. También se ha visto el caso en donde es ese ambiente el que resulta el óptimo para que terceros de nuestro círculo afectivo se vinculen, se hablen, se ayuden… solo necesitaban una excusa lo suficientemente fuerte y valedera como para no poder negarse, necesitaban una excusa noble.