martes, 12 de agosto de 2008

LA FUNCIÓN DE LA ENFERMEDAD Y LA GANACIA ULTERIOR.


Si bien parece absurdo en un primer momento plantear que enfermarse es algo bueno, algo útil; resulta ser que para el portador del síntoma puede llegar a ser en algunos casos su forma más efectiva de comunicación con su entorno.

El beneficio que pueda tener el hecho de estar enfermo varía y tiene validez sólo en su contexto histórico personal. Es decir, la misma enfermedad o situación patológica no tiene los mismos beneficios para todos, sin embargo, tienen elementos comunes en las relaciones afectadas o en las áreas de significación emocional.

Me explico, una disfonía está vinculada con la decisión de no comunicarse o tal vez con la indecisión de decir algo. En la medida que se identifique si es pertinente el discurso, se recuperará la voz y se hablará. También, si se asumió el hecho de que no se va a decir lo que se siente o corresponde decir y si se está en paz emocionalmente con ello, se recuperará el habla.

Considerando que hablar que es algo bastante universal, tiene valencias muy personales según sea la profesión, oficio o desempeño de la persona. En el caso de un cantante o de un locutor no solo es un medio de comunicación, sino también su forma de ganarse la vida.

Entonces, ya sea por miedo a poner un límite, por el estrés que genera dar un ponencia en público, por temor al rechazo personal o del contenido del discurso, para evitar una responsabilidad o una confrontación… la disfonía resulta útil y será la forma más efectiva que escogió el inconsciente para, validando sus otros mecanismos de defensa, ponerse a salvo emocionalmente y lograr su objetivo; no comunicar… o no en ese momento.

Sin embargo, es pertinente la acotación de que a nivel inconsciente nosotros vamos a buscar vincularnos con el otro y en consecuencia necesitamos, aunque sea de forma patológica, tener pruebas de que para el otro también somos significativos o en su defecto somos tomados en cuenta.

Plantea Eric Berne, cuando habla de la economía de las caricias, que todos necesitamos un mínimo de caricias, entendiendo por caricias todo tipo de forma de contacto. En función de ello, la enfermedad simplemente es una forma de llamar u obtener una cuota de atención específica que de otra manera resulta imposible para el individuo operacionalizar.

La enfermedad no siempre promueve atención y contacto, sino que, muchas veces lo que se logra es justamente poner ese límite o distanciamiento ante realidades difíciles de manejar o situaciones de alto contenido emocional a las cuales no se les quiere afrontar.

Por otro lado, hay personas a quienes les resulta difícil y en ocasiones imposible plantearse que alguien opte, incluso a nivel inconsciente, por padecer algo como cáncer o enfermedades por el estilo ya que las mismas acarrean una cuota muy alta de sufrimiento.

A veces, justamente esa es la ganancia! Sufrir. Ya sea por que la persona considera y valida para sí la opción de ser castigado o por procesos internos que le hacen sentir culpas que debe expiar y esa es la mejor manera para hacerlo… de eso dependerá a su vez que sobreviva o no.

No quiero decir por ello que esa sea la significación del cáncer, en este caso me refiero solamente a uno de los tanto posibles beneficios que alguien puede encontrar o validar ante una situación por el estilo.

En ocasiones y ante la incapacidad operativa de demandar afecto, atención o cariño, la enfermedad surge como la opción ideal para ello. Se convierte en una herramienta, en un vínculo que mantiene a los demás seres significativos atentos, pendientes y al servicio del enfermo. También se ha visto el caso en donde es ese ambiente el que resulta el óptimo para que terceros de nuestro círculo afectivo se vinculen, se hablen, se ayuden… solo necesitaban una excusa lo suficientemente fuerte y valedera como para no poder negarse, necesitaban una excusa noble.

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