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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Las caricias diferidas, mi primer ingenuo café erótico



Dentro del ritual de cortejo uno de los factores más importantes y quizás uno de los hechos más instintivos y primarios son las caricias diferidas. Aprender a reconocer y ofrecer un conjunto adecuado y oportuno de caricias diferidas en muchas ocasiones será la diferencia entre tener una siguiente cita o no. Los primates, tienen una cópula indiscriminada que dura aproximadamente ocho segundos. 



El ser humano necesita pasar por un largo proceso de cortejo, aunque al final subyace el elemento primitivo y la pulsión que busca conseguir a una pareja “ideal” con quien copular y ojalá procrear.
Humanizar el proceso de encuentro ha hecho que el mismo se vuelva cada vez más y más complejo y procurando, sobre todo para el individuo urbano, una lista interminable de condiciones a cumplir. Afortunadamente, el instinto se sobrepone al protocolo social y deja colar ese lado animal que aboga por el placer sexual.
Otra diferencia que tenemos con los primates es que nosotros tenemos sexo por placer y no sólo para procrear y es por ello que las caricias diferidas son tan importantes y tan características de ritual del cortejo. Estas comprenderán ese conjunto de gestos y mímica que emulan todo aquello que podemos hacer en la intimidad.
Echémosle un vistazo a ese café con un amigo a mitad de tarde, a simple vista nada erótico, sin embargo si miramos con más detalle notaremos que dicho encuentro está muy cargado de erotismo y sensualidad. Haciendo a un lado la galantería que fue necesaria para llevar a esta pareja hasta esa mesa notemos como, casualmente, la chica toma una cucharilla o un palillo para remover el azúcar de su café, es decir, como toma un elemento fálico para remover dentro de un agujero tibio.
Posteriormente, existe la posibilidad que ella ingenuamente lleve dicho símbolo fálico a su boca para probar si el café está lo suficientemente dulce, lo cual es a su vez una manera de decirle al instinto del hombre: “mira lo que pudiera hacerte a ti más tarde si te portas bien y cumples con mis expectativas”. El responderá haciendo lo mismo, echándole azúcar a su café, revolviéndolo y tomando un sorbo; es decir, diciéndole: “pudiera ser yo el que esté acariciando una cavidad húmeda y tibia y si te portas bien también podría llevármela a la boca”.
Sabremos si estas primeras caricias han sido bien recibidas y entendidas, pues nuestro interlocutor se inclinará levemente hacia adelante, acercará su cara  hacia el centro de la mesa, ladeará levemente su rostro dejando expuesto su cuello y particularmente evidenciará un dilatamiento de pupilas que lo hará lucir deslumbrado.
Si estas primeras ofertas son aceptadas, notaremos como alguno de los dos comenzará a hacerle unas leves caricias al mantel, como si estuviera siguiendo el tejido del mismo o mejor aún acariciará el borde del plato o de la taza, ratificando la intención antes expuesta. Entonces vendrá un corte, un freno y un distractor… “mesonero agua fría o un refresco por favor!
Acaba de notar que hace calor y necesita refrescarse. Posiblemente ahora, luego de un leve distanciamiento de los cuerpos, comencemos de nuevo el juego, solo que ahora nuestra dama en cuestión llevará a su boca un pitillo que sale de un sudoroso y fresco vaso de bebida fría.
En este pequeño descanso notaremos como a su vez aparecen leves gestos de acicalamiento, como acomodarse el cabello, planchar el mantel y ordenar los cubiertos, estirar mi ropa para que no se vea ninguna arruga y similares. Se quiere lucir bien para el otro.
Ahora podemos pedir algo para picar, pues quizás sea momento de meter algo… en el estómago! Y asimilar lo que no están ofreciendo y lo que estamos aceptando, además de ratificar con la comida otro cúmulo de caricias de la misma índole.
Cuidado! Si alguno de estos gestos no es bien recibido aparecerán otro tipo de caricias diferidas… las que llevan a las aclaratorias o amenazas. El que se encuentre desagradado con algo de lo que vio o dijo el otro, súbitamente tendrá una necesidad de limpiar las migas del mantel, ordenar algunas cosas, apagar con fuerza un cigarrillo en el cenicero, quitarle la pelusa al suéter y cosas por el estilo. Es decir, necesito limpiar el terreno y quitar la basura del medio.
Si este tipo de caricias aparecen acompañadas con un distanciamiento corporal, un ceño fruncido, tensión en el maxilar inferior, una posible queja sobre una molestia “casual” en el cuello o nuca; entiendan amigos que nuestro interlocutor está realmente molesto!
Ahora, si no hubo migas y pelusas que quitar y llegamos a un postre en tono suave de voz, hablando de cosas agradables, riendo, comentando nuestras proezas y destrezas, cotejando esas cosas que tenemos en común y posiblemente habiendo tenido algún roce eventual y por casualidad con el otro, entonces, prepárense para la próxima cita.



viernes, 2 de septiembre de 2011

Cuando el cuerpo habla


Nuestro cuerpo suele ser mucho más sincero que nuestro discurso verbal e incluso, si sabemos manejar bien el conjunto de mensajes que enviamos con él, lograremos una comunicación mucho más efectiva y asertiva.

La comunicación corporal incluye un conjunto de códigos que intervienen en nuestra vida diaria, signos que de forma permanente inciden en nuestra comunicación. Este conjunto de signos que enviamos con el cuerpo, juega un papel fundamental  en el plano de nuestras relaciones, incluso de manera más contundente y reveladora que aquellos que podemos decir mediante la comunicación verbal.

De modo que, tanto los mensajes enviados con nuestro cuerpo (Kinésica), como la distancia entre el emisor y el receptor (Proxémica), el manejo del espacio, de los colores, etc, van armando todo un discurso que, sin audio, revela mucho de nuestra personalidad, del juego de poder y de los intereses que puede esconder un simple encuentro

DESCIFRANDO EL MENSAJE CORPORAL

El clásico cruce de brazos entendido universalmente como “estoy a la defensiva” o “estoy cerrado” a lo que se me plantea, puede tener matices de protección si a su vez, se cruzan sobre el pecho, cubriendo los órganos vitales, tanto en sentido orgánico como emocional.

“Algo instintivo y que se evidenció primero en la zoología antes que en las ciencias sociales es la exposición de las zonas vulnerables en los momentos de cortejo, zonas que, no casualmente son a su vez zonas erógenas. Cuando una pareja sostiene una conversación de corte intimista, en el momento que el interlocutor expone su muñeca y posteriormente su yugular evidencia empatía emocional a tal punto de darse el permiso de ser y mostrarse vulnerable”.

LA MEDIA LUZ DE AMOR

Dentro de los gestos de cortejo, los encuentros a la luz de las velas son todo un clásico, un obligado. La explicación no es otra que, las pupilas se dilatan cuando una persona ve algo que le gusta y posteriormente se contraen según el nivel de luz del ambiente; entonces la media luz pretende generar de antemano la sensación de agrado. La ausencia de la luz hace que el sentido de la vista, que provee un 80 % de la información que manejamos para interactuar con el entorno, sea un poco menos importante, invitando así a explorar otras sensaciones.

Luego se da lugar a las conocidas caricias diferidas, como una promesa de lo que puede suceder si el intercambio de códigos funciona para ambos. Las mujeres mordisquean pitillos, cigarrillos y demás símbolos fálicos que tengan a mano; los hombres las bocas de los vasos, acariciando las tazas y similares”. La caricia diferida se vuelve una oferta simbólica de lo que podría pasar si la relación continúa de buena manera, es una forma silente de decir “esto te lo podría estar haciendo a ti… te interesa? Entonces continúa!”


LA PROXEMICA Y EL ÉXITO EN LA RESOLUCION DE CONFLICTOS

Sentarnos de frente a alguien,  implica confrontación pues como es adentro es afuera y los puntos de vista opuestos llevan a confrontaciones más temprano que tarde. Si preferimos colocarnos al lado del otro, buscamos aliarnos y lograremos empatía. Además, debido al cómo se procesan neuronalmente los estímulos, podemos saber que cuando se habla del lado izquierdo, el 75 % de la información la procesa el hemisferio derecho, por lo cual, el contenido relacionado con la familia y con las emociones se procesará mas rápida y efectivamente, así como aquello relacionado con los instintos. En cambio, cuando hablamos del lado derecho de nuestro interlocutor, los contenidos serán mas efectivos si están vinculados con lo técnico, lo abstracto, si están ordenados y estructurados congruentemente y si refieren a lo social.

Más allá de nuestro discurso verbal, incluso de nuestras acciones, récord académico y desempeño laboral; el cómo manejamos el discurso corporal nos puede llevar al logro de metas y al manejo de situaciones conflictivas de manera eficaz y productiva”.

Esta comunicación puede realizarse a través del conjunto cabeza, cara y cuello, el contacto visual, la postura corporal, los gestos, la dirección en que apuntan los pies y las piernas, la orientación del cuerpo, los gestos de la boca, el tono y ritmo de la voz, la distancia corporal, la forma de llevar el cabello, el uso del olfato hasta llegar al tacto y la piel.

En el terreno de la imagen pública, el lenguaje corporal se contempla en función de su utilidad para proyectar una buena imagen que proporcione seguridad en uno mismo y así comunicar confianza para provocar la credibilidad en nuestra persona y en nuestros actos.

 Aquí les dejo algunos tips sobre qué pueden comunicar las posiciones de nuestro cuerpo

Cabeza, cara y cuello:

Ubicación de la cabeza
Qué significa
Se lleva hacia adelante
Atención, cariño, violencia
Se lleva hacía atrás
Espera, duda
Moverla hacia al interlocutor
Atender
Moverla en sentido contrario a donde
se encuentra el interlocutor
Distracción, indiferencia
Inclinada hacía adelante
Rabia, seguridad, sumisión (baja)
Inclinada hacía atrás
Miedo, resistencia, duda
Inclinada hacía un lado
Escepticismo, incredulidad, vanidad, vulnerabilidad y afinidad

Las piernas y los pies.

Ubicación de las piernas
Qué significa
Piernas muy abiertas
Arrogancia, imposición, protección y disponibilidad
Piernas poco abiertas
Seguridad, corrección, educación, moderación
Muy juntas
Tensión, miedo, nerviosismo, reserva
Sentados y poco abiertas
Control de sí mismo, relajamiento
Sentados y muy abiertas
Mucha confianza, despreocupación
Sentados y juntas
Tensión, temor, cautela
Sentados y cruzadas
Comodidad pero también inseguridad o reserva

 Fragmento tomado de la entrevista de Alida Vergara de Abril 2010 para la Revista Estética y Salud a José Gabriel Rodríguez Aristegui.