Nuestras acciones están
gobernadas por nuestro inconsciente ya
sea para impulsarnos a hacer lo que deseamos o para sabotearnos e impedirnos
lograrlo. La verdad es que si nos saboteamos alguna acción es porque realmente
el no lograr esa meta es lo que queremos y deseamos o creemos que merecemos,
aunque en voz alta digamos lo contrario.
Hagamos un pequeño
ejercicio: Mientras estás sentado haz círculos con el pie derecho en
el sentido de las agujas del reloj (sin tocar el suelo). Mientras haces
esto, dibuja el nº 6 en el aire con tu mano derecha. "TU PIE CAMBIARÁ
DE DIRECCIÓN!"
Las creencias funcionan
igual, aunque de manera consciente le demos una orden a nuestro cuerpo sobre
qué acción tomar, nuestras creencias o como está estructurado nuestro cerebro
hará lo que saben hacer… hasta que le enseñemos algo diferente.
Todos hemos tenido una
infancia, adolescencia, juventud, …. llena de experiencias que han contribuido
a que nos mostremos y actuemos de maneras concretas, en gran parte, por las
creencias que se han ido grabando en nuestro subconsciente. Algunas de estas
creencias nos potencian, otras nos limitan, aunque en su momento tuviesen una utilidad hoy pueden resultar
obsoletas y ser parte de un marco de referencia que obstruye nuestro progreso
Tu eres el propietario de tu vida , no tus creencias.
Tu esencia es anterior a las creencias que te limitan y puedes modificar estas creencias que ahora no quieres o ya
no te sirven, para conseguir tener aquellas que sientes que te potencian
y están más acordes con tu esencia, deseos y sentido.
Bruce Lipton, en su
libro “Biología de las creencias” escribe sobre cómo hasta la composición
molecular de nuestras células se modifican al cambiar nuestras creencias, pero
una de las consideraciones más importantes a mi parecer radica en el hecho de
saber que las creencias se guardan o reflejan en los músculos y no son el
resultado de un proceso cognitivo.
Me explico, si aplicamos
un test kinesiológico podremos saber de manera inmediata y con una fiabilidad
de un ciento por ciento si una persona cree en algo o no y por ejemplo podemos
identificar creencias básicas y fundamentales como: Quiero ser feliz o quiero
ser próspero.
Lo más importante es
que nosotros podemos creer de manera consciente que queremos ser felices y que
queremos ser prósperos, pero quizás en nuestra niñez nos inculcaron un valor o
creencia que decía que el dinero es malo o es un pecado; o quizás que no
merecíamos ser felices pues cuando llegamos nosotros vino una desgracia a la
casa o que nuestros padres se separaron por nuestra culpa… en fin, algunas de
esos mensajes que de manera quizás inocente y nefasta nuestros padres nos
pasaron y como ellos eran nuestro marco de referencia, pues les creímos.
La buena noticia es que
como nuestro cerebro sólo sabe aprender, nosotros podemos reprogramarnos,
resetear (por decirlo del alguna manera) nuestras creencias limitantes y
cambiarlas por creencias potenciadoras volviéndonos amos y señores de nuestro destino
y potenciando de manera inmediata nuestras opciones y recursos.
En una próxima entrega
les hablaré sobre técnicas para hacer ese cambio de creencias de manera
efectiva y permanente.
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