lunes, 19 de septiembre de 2011

Ojos que no ven, corazón que no siente. Primera Entrega. Miopía e Hipermetropía, ceguera emocional y distancia


“Ojos que no ven corazón que no siente”. Esta frase neurótica resume mayormente la ingenua y neurótica expectativa de todo aquel que tiene algún tipo de patología visual. Así que si tienes lentes o conoces a alguien que usa lentes correctivos, te interesará saber que cosas no quiere ver.

Una persona con miopía tiene dificultades para enfocar bien los objetos distantes, lo que puede conducir también a dolores de cabeza, estrabismo e incomodidad visual. La miopía es frecuente pero no es el problema visual más común en el mundo, ya que la mayoría de la población es hipermétrope. Esto ocurre aún en países de alta incidencia de miopía, como los Estados Unidos, donde aproximadamente el 25% de la población  padece esta enfermedad. En países como Japón, Singapur y Taiwán, hasta una de cada tres personas adultas es miope.

Por lo general la miopía se desarrolla durante la niñez y adolescencia a medida que el ojo crece, haciéndolo de forma exagerada. Frecuentemente, es en la edad escolar cuando se hace evidente la mala visión de lejos: no se ve bien el pizarrón, no se reconoce la cara de las personas a cierta distancia o no puede leerse los anuncios hasta que ya están muy cerca. Al detenerse el crecimiento en la adolescencia, se detiene también la progresión de la miopía en la mayoría de los casos, permaneciendo estacionaria el resto de la vida.

Emocionalmente podemos hablar de una persona a la que le cuesta proyectarse hacia el futuro y que en ese momento de su vida encara una serie de toma de decisiones difíciles de ver y reconocer, por eso la visión borrosa a la distancia. Como contraparte, ve muy bien de cerca, por lo cual, verá efectivamente sus relaciones inmediatas y será propenso a desarrollar relaciones de apego y proximidad.

El gesto de bizqueo que se puede notar en alguno miopes nos habla del sobre esfuerzo por ver el camino y no perder el rumbo. Es su esfuerzo físico y emocional por mantener una buena perspectiva de lo que ocurre en su entorno significativo.

Ese esfuerzo visual vendrá en muchas ocasiones acompañado por un dolor de cabeza que refleja el conflicto interno del individuo resumido en pensar, pensar y pensar y no actuar acorde o no tomar las decisiones  oportunas, en este caso  las ideas ya no son del todo  funcionales.

Por otro lado, tenemos a la gente que sufre de hipermetropía, que de hecho es la mayoría de la población. Estas personas experimentan dificultad para ver a su entorno inmediato, es decir, no pueden ver bien de cerca. El hipermétrope prefiere y necesita cierta distancia que le permite una mayor acomodación y perspectiva física y emocional.

Al contrario que el miope, el hipermétrope es un excelente planificador y puede ver eficientemente a la distancia, lo que se puede extrapolar como su visión a futuro. Sin embargo, por evidente que le resulte a otras personas le cuesta y en algunos casos es incapaz de reconocer lo que ocurre en su entorno inmediato.

Así que por un problema meramente óptico, de enfoque y perspectiva, si por casualidad tenemos una pareja formada entre un miope y un hipermétrope tendremos un choque de perspectivas y de necesidades en donde uno se ve muy claro a futuro pero no sabe como dar el primer paso y el otro ve perfectamente la cotidiano y lo inmediato pero no puede ver a donde va la relación.

Por ejemplo, tendríamos una persona (miope) que dice “amor de lejos, felices los cuatro” pues no entiende, no puede ver bien como la distancia física posibilita una relación de pareja en oposición de una persona (hipermétrope) que pide un poco de “espacio” y “distancia” no por que ame menos a su pareja, sino porque se siente ligeramente sofocado. 

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